Por Hugo Grimaldi
El gobierno de Mauricio Macri edifica todos los días sus propios muros y los pone como tabiques alrededor de los laberintos que se autoinflige. Así, contra su propia prédica y la del papa Francisco, tira por la borda diálogos abiertos, escribe Decretos que irritan, deja que el Presidente en persona defienda casos vidriosos y encara muchas batallas perdidas de antemano en temas que, más allá de darle de comer a los opositores, abre frentes de grave crítica aún dentro del espacio de Cambiemos.
“Nada que nos preocupe, estamos gobernando”, dicen como para zafar en la Casa Rosada, cuando el periodista pregunta por qué se transitan ciertos jardines.
Entre los observadores siempre queda flotando la misma duda a la hora de ver por qué el Gobierno está actuando así: o son genios en tácticas de comunicación, para evitar que la discusión de la gente se traslade a los golpes que aún tiene para darle al bolsillo la economía (tarifas, comienzo de las clases, etc.) o siguen siendo todavía unos “pichis” de la política quienes, tras haber transitado el año de la niñez a pura prueba y error, hoy se comportan como típicos adolescentes que van de tropiezo en tropiezo y aún carecen de rumbo definido.
Que el ajuste lo pague otro
Con las próximas elecciones metidas entre ceja y ceja desde hace un tiempo, tópico ineludible porque de él dependerá mucho el futuro político del oficialismo hasta 2019, parece que las encuestas dicen que las mayorías quieren siempre lo mismo: que el ajuste lo pague el otro. De allí, que este año y hasta octubre, parece que el Gobierno se vestirá otra vez de gradualismo, aprovechando el cambio de ciclo económico y surfeará sobre las olas con la intención de darle aire a mucha gente desde el consumo y la obra pública.
Podría sintetizarse la situación más de fondo diciendo que al Gobierno todo se lo nota demasiado metido en el día a día, desvío que hace que el largo plazo ya no luzca. A veces hasta parece insólito que se haya perdido el Norte, algo que claramente resulta ser una decepción para muchos votantes de Cambiemos.
En el caso del kirchnerismo esto no era un problema, porque la mirada de cortísimo plazo está en el gen populista, pero que un “gobierno de CEO’s” ahora parezca que ya no ve más allá de las narices significa que en la política argentina el horizonte ha sido deglutido una vez más por el día a día.
Especulando
Alinear el giro hacia fórmulas más keynesianas y ocuparse casi en exclusiva del corto plazo parecen ser hoy las dos puntas de una misma pinza, un revival del mejor Axel Kicillof. En la Casa Rosada no lo niegan, pero aseguran que “no se puede comparar, porque nuestra estrategia de fondo sigue estando presente.
Estamos trabajando para mejorar la situación fiscal y vamos hacia una reforma tributaria y una baja de costos laborales”, prometen.
Para mal de males, la irrupción de Donald Trump y su ultractividad en materia de rediseño inmediato de la política de los Estados Unidos le agregó a los padeceres locales la cuota de incertidumbre que padece el mundo. ¿Quién se atrevería a planificar algo hasta que casi todas las cartas queden expuestas sobre la mesa? No lo hacen los privados y menos el gobierno argentino que, como casi todos, está esperando ver de qué lado va a soplar el viento. En todo caso, agrega el periodista, Trump puede hasta llegar a ser una buena excusa.
Las bravatas del nuevo mandatario y el modo humillante con que pretendió renegociar el NAFTA con el presidente de México, Enrique Peña Nieto, poniendo por delante el pago de la pared de separación fronteriza hizo fracasar cualquier avance. Primero, dijo que “México aún no lo sabe, pero pagará por el muro” y un día después se descolgó diciendo que los productos mexicanos tributarán un arancel de 20 por ciento. Alguien debió sacarlo del error porque usó ese argumento sólo una vez, ya que o el sobre precio lo tendrán que afrontar los consumidores estadounidenses o bien, si los exportadores mexicanos derivan la mercadería a otro destino, Trump no tendrá a quien cobrarle.
Hay que consignar que muchas de las premisas que pretende imponer el recién llegado a la Casa Blanca y sobre todo las que están condicionando gravemente la relación con su vecino del sur, van a contramano del pensamiento de fondo del Presidente y su equipo (proteccionismo vs apertura), aunque otras cosas del nuevo mandatario estadounidense apuntan, con casi ninguna flexibilidad de su parte por ahora, en una línea parecida (control de inmigrantes), aunque el Gobierno dice que en el caso argentino se trata de “control de delincuentes” y es lo que explica “la firma de la canciller Susana Malcorra en la reciente reunión de la CELAC”.
Trump y el peronismo
También hay que referir que el peronismo -sobre todo el ala kirchnerista- está exactamente igual que el Gobierno, pero a la inversa, ya que aunque siempre tiene presente la aversión que siente por todo lo que provenga de los EE.UU. ama el cierre de la economía que promueve Trump. Los palos hacia la prensa, que son un calco de aquello que los K hicieron durante tantos años en la Argentina (“partido de oposición”), es música para sus oídos y el populismo agresivo del nuevo presidente les encanta.
Y aunque habitualmente critica que se controle a la inmigración aquí, nada ha dicho de la agresión del republicano hacia el “hermano latinoamericano” y, por ende, miembro de la “Patria Grande”.
Volviendo a Macri, se puede observar que durante su primer año de gobierno aprendió a los tropezones de qué se trata la política y corrió desde atrás muchos temas. Si bien se fue de boca con declaraciones inoportunas o se equivocó en ponderar elementos del tironeo legislativo (caso Ganancias), tan mal no lo ha hecho si se les computan los éxitos y fracasos de esa etapa de acomodamiento.
Ahora, bastante confundido y quizás agrandado porque este 2017 lo había mostrado como un hábil “instalador de agenda”, ya que se habla de sus temas y sólo de sus temas, el Gobierno ha vuelto a las andadas con varias cuestiones de controversia, aunque algunas las ha encarado con cierto éxito, como la búsqueda de mayor productividad en Vaca Muerta y una eventual réplica de ese modelo para otras actividades.
Para avanzar en otras de sus propuestas ha pedido discutirlas previamente y luego en el Congreso, como la ley penal juvenil y el control de inmigrantes, aunque en este último tema ya se han tomado decisiones administrativas que han calentado la discusión.
Otras cuestiones las resolvió por Decreto (reformas a las ART, cambios en los feriados), con graves metidas de pata políticamente hablando, ya que se le abrieron frentes que son los que le están dando cada vez más letra a la oposición, gremios incluidos.
Y hasta se enredó con el culebrón del fútbol y se metió en la AFA para marcarle la cancha a Marcelo Tinelli y está pagando con una grave operación de hackeo a las redes oficiales, que no parecen estar demasiado custodiadas y muestran una alarmante vulnerabilidad, que estuvo destinada a desacreditar a la ministra Patricia Bullrich, debido a la depuración que se ha encarado en las fuerzas de seguridad, aunque para muchos aún el cuchillo no ha llegado al fondo.